LIBRO:Percepción infantil de no ser aceptado como factor predisponente a la AMS -Dña. Marcela Ferrer
LIBRO:Percepción infantil de no ser aceptado como factor predisponente a la AMS - Dña.Marcela Ferrer


I INTRODUCCIÓN
Desde hace años, el tema de los orígenes de la homosexualidad ha sido un misterio que aún no está del todo resuelto, cobrando en la actualidad un interés cada vez mayor encontrar las bases de dicha conducta y si existen o no posibilidades de cambio una vez que la condición ya ha sido establecida. Este tema conlleva una profunda relevancia desde el punto de vista de la Bioética, por cuanto compromete la dignidad y calidad de vida de muchos seres humanos, ya que, en general, la opinión pública, e incluso gran parte de la comunidad científica y médica, no tienen un pensamiento claro al respecto y frecuentemente su enfrentamiento se ve enmarcado en un clima de dudas y prejuicios.
Por otra parte, al conocer las causas de esta tendencia se podría plantear si existe o no la posibilidad de prevenirla, lo que implicaría una gran responsabilidad frente a la sociedad de dar a conocer los factores que la afectan y cómo poder evitarla o enfrentarla desde la infancia. Actualmente, existe una gran confusión en los jóvenes y las familias en general debido en gran medida a que la información de la que dispone la mayoría de la población no es información científica. Muchas personas no saben qué pensar del tema y se sienten sobrepasados por una realidad que se presenta como incontrolable.
La conducta del ser humano, a diferencia de lo observado en especies inferiores, no está pre-determinada por instintos, sino que las acciones razonadas predominan frente a las instintivas y reflejas. La inteligencia humana permite el razonamiento abstracto, la categorización y el pensamiento lógico. Esto hace que también la sexualidad humana no tenga los mismos componentes que la sexualidad animal. En la sexualidad humana existe la posibilidad de fuertes variaciones con respecto a la conducta sexual animal; el objetivo de la sexualidad humana trasciende el solo hecho de procrear y se transforma en una expresión más de amor y pertenencia. Es justamente por las características humanas en relación a la racionalidad, libertad y voluntad, que esto se hace posible. Pero, ¿hasta qué punto es libre la conducta sexual humana y hasta qué punto son aceptables ciertos comportamientos sexuales como simples variantes en relación a la real plenitud y desarrollo de la persona humana?
Es, por tanto, muy importante definir cuáles son las variables que hacen que se desarrolle la homosexualidad y hasta qué grado éstas son determinadas por la biología del sujeto: ¿es la homosexualidad una elección? ¿es una determinación genética sin más?
Uno de los principales elementos debatidos en torno a la homosexualidad es el eventual determinismo genético, lo que implicaría, a juicio de algunos, una condición de inmutabilidad e irreversibilidad, que, a su vez, daría pie al reconocimiento de la tendencia homosexual como una variante normal de la sexualidad humana y, como consecuencia, el subsiguiente derecho al reconocimiento legal de sus uniones de forma similar a la de los matrimonios heterosexuales y la posibilidad de adoptar hijos dentro de esta así constituida "familia".
Es importante partir por definir sobre qué grupo de personas estamos hablando ya que frecuentemente las personas confunden la homosexualidad con otras conductas de preferencias sexuales
Es común que se comience por incluir dentro del tema de la homosexualidad algo que no tiene nada que ver con este asunto, como son los hermafroditismos de los más variados tipos. "Respecto a los hermafroditas, no se trata en modo alguno de un tercer sexo. Los estados intersexuales se definen por la existencia de contradicción de uno o más de los criterios morfológicos que definen el sexo (estructura cromosómica, gónadas, genitales internos y externos, caracteres sexuales secundarios); es decir existe en estos individuos una patología en alguno de los puntos de la cadena biológica que conduce a la diferenciación sexual." (1). Todas estas patologías son extremadamente poco frecuentes y no tienen relación con la homosexualidad ya que en estas personas no existe un problema de objeto sexual sino que es un problema en relación a lo biológico. Este tipo de trastornos en general son detectados por el médico, muchas veces desde recién nacidos y, analizado en profundidad el caso, se asigna el sexo legal que se ajustará mejor a sus posibles condiciones de vida o a sus posibilidades de tratamiento en los casos que lo haya.
Tampoco estamos hablando del travestismo, donde un hombre o una mujer se sienten encerrados en un cuerpo que no les corresponde, y aspiran a ser del sexo contrario al que tienen.
Cuando hablamos de homosexualidad (femenina o masculina), nos referimos a aquellos individuos que no tienen trastornos ni en su genotipo ni en su fenotipo, y que se ven y auto-reconocen como correspondientes al sexo de nacimiento, pero que, sin embargo, presentan una preferencia sexual y/o atracción erótica, hacia individuos de su mismo sexo.
Las personas homosexuales fueron durante siglos estigmatizadas, demonizadas y perseguidas, hasta que el siglo XX se constituyó en el tiempo en que el "movimiento gay" pasa a la ofensiva en la defensa de sus derechos, como el de ser considerados personas dignas de todo respeto y no ser discriminados en el mundo laboral, social, civil y religioso. Gradualmente este legítimo afán de reconocimiento de su dignidad de personas implicó la intención de que se reconociera a la homosexualidad en sí misma como una condición normal, no patológica, que no sólo no constituía un riesgo para la sociedad sino, por el contrario, podía incluso llegar a plantearse como la situación ideal de vida. El biólogo norteamericano Alfred Kinsey desarrolló una vasta labor, en que, mediante un sistema de entrevistas y utilizando un score diseñado por él mismo, estableció que la proporción de homosexuales llegaba a constituir hasta un 10 % de la población (2). A pesar de haber quedado en evidencia numerosos errores metodológicos y la evidente manipulación que se dio de sus resultados, quedó en el inconsciente de la población, y especialmente de los políticos, el concepto del 10%, cifra que, en estudios serios y repetidos por otros muchos investigadores, dista mucho de la realidad, que oscila entre el 1 y el 3 % (3).
A partir de la década de los 70, en que la Asociación Psiquiátrica Americana retiró la homosexualidad como enfermedad mental del Manual de Diagnóstico Psiquiátrico, muchos grupos Gay han luchado en contra de cualquier posibilidad de terapia, aduciendo que éstas serían un daño más que una ayuda o que no serían más que una muestra de "homofobia".
La existencia de casos de reversión de la homosexualidad, incluso sin psicoterapia, es signo de la reversibilidad de esta condición y de que, con mayor razón por lo tanto, una terapia adecuada podría tener éxito. Un serio y profundo estudio del tema, así como el contribuir al desarrollo de una terapia efectiva, pasan así a constituirse en un desafío del punto de vista de la Bioética, en cuanto pretender mantener a quienes desean superar su condición en una situación de imposibilidad y cerrar cualquier camino de esperanza en un cambio, que muchos sienten como algo fundamental para alcanzar su realización personal, es algo que atenta directamente contra su dignidad personal. Resulta asimismo evidente lo injustificado que es acusar de ilicitud ética el hecho de ofrecer terapia a las personas con tendencia homosexual, aduciendo que sería sólo crear falsas esperanzas. El respeto a la dignidad de las personas exige brindar todas las posibilidades para un desarrollo pleno integral y que permita la libertad de elegir y en ese sentido, así como se respeta la posibilidad de aceptar una cierta condición, resulta también necesario aceptar la posibilidad de cambio.